La devastación de la naturaleza está poniendo al borde de la extinción la vida en el planeta. El escenario de la tragedia incluye no sólo la desaparición de las especies tanto animales como vegetales y la destrucción de sus hábitats naturales, sino también la proliferación de miseria, sequías y pestes en comunidades de todo el mundo.
Se arrasan o se incendian bosques, se envenenan los campos sin que los estados reaccionen con la premura y severidad necesarias ante este flagelo provocado por la codicia impune de quienes olvidan que la tierra no es de nadie, porque todos somos la tierra.
Es necesaria y perentoria una reacción global que detenga esta barbarie. No podemos esperar que los poderes internacionales resignen sus infaustos intereses para dar una solución radical a este exterminio que nos incluye a todos y todas. Por eso, desde nuestro lugar y en nuestras comunidades, debemos impulsar un movimiento que, con pequeñas pero significativas iniciativas, despierte la toma de conciencia sobre este desastre e impulse acciones semejantes en todos los sectores de la sociedad.
A tal fin, nos proponemos promover en distintos pueblos y ciudades la creación de los Bosques de la Poesía impulsados por poetas y artistas y los municipios de cada lugar.
Y también, la ecología del lenguaje
Como bien dijo el poeta Aldo Parfeniuk, al igual que un bosque nativo, una lengua minoritaria (un dialecto, una obra poética) es capaz de solucionar de manera particular los mismos problemas a los que se enfrenta cualquier lengua durante su evolución.
Podemos comprender mejor la diversidad humana a partir del contexto que permite una diversidad lingüística. Pero se precisa un contexto equitativo entre las lenguas más habladas y las minoritarias: lo mismo que entre las plantas exóticas y las silvestres, las propias del lugar, puesto que estas se encuentran en una situación de fragilidad, sobre todo en los ámbitos intensamente poblados e institucionales, preparados para la vida cultivada.
La mejor reacción ante esta situación es una presencia activa de estas lenguas, que puede empezar por la bialfabetización o la multialfabetización; y por eso –entre otras cosas- los Bosques de la Poesía, funcionarán también como espacios concretos en pueblos y ciudades para la presencia y sobrevivencia de la biodiversidad, de la plurisemanticidad, cada vez más sacrificadas.